El Pentacon 135mm f/2.8 es una lente producida en la Alemania del Este en los años 60/70 del siglo pasado y como era habitual en ese país y en ese momento, surgió como copia de un modelo de otro fabricante. Tenemos que distinguir claramente entre sus dos versiones más conocidas: la primera, con un diafragma compuesto por 15 palas, produce unos espectaculares desenfoques por lo que es conocida como «bokeh monster» (este calificativo fue usado también en otro objetivo de similares características pero de diferente marca), mientras que la segunda versión tiene una construcción más pobre y sólo 6 palas en el diafragma.
En esta entrada del blog me voy a referir únicamente al modelo que yo tengo, el «bokeh monster» de diafragma compuesto por 15 palas y cuya apertura mínima es f/32. Tiene una solida construcción metálica, que se traduce en un peso de casi medio kilo, pero es muy manejable, suave y preciso, y la experiencia de uso es realmente agradable. Obviamente, a día de hoy, algunas de estas características van a depender del estado y la conservación de cada lente en particular.
Este objetivo ha sido utilizado en diferentes disciplinas fotográficas, especialmente el retrato, pero a mi me encanta usarlo en la fotografía de aproximación en la naturaleza. Su distancia mínima de enfoque es de 1.5m lo que inicialmente puede hacernos dudar sobre su desempeño en este campo, pero nada más lejos de la realidad: tanto si te gustan los encuadres con sujetos pequeños en su ambiente como si prefieres primeros planos, este objetivo es perfecto para esta disciplina, ya que se puede emplear tanto acoplado directamente a la cámara como con un anillo de extensión, lo que nos permite disminuir drásticamente esa distancia minima de enfoque y acercarnos al sujeto tanto como queramos. Su comportamiento es magnifico en ambos casos.
La nitidez y el rendimiento óptico son sorprendentemente buenos para un objetivo manual de este rango de precios (lo podemos encontrar en muy buen estado por menos de 100 €) y el bokeh es fantástico, como cabía esperar por el apodo que recibe. Ya sabemos que con diafragmas más cerrados la profundidad de campo aumenta y con ella el enfoque en el sujeto, pero también se pierde suavidad y calidad en los desenfoques.
Cuando uso el Pentacon 135mm f/2.8 no busco una nitidez extrema, sino ese aspecto cremoso y casi pictórico de los desenfoques, por lo que suelo usarlo siempre a la máxima apertura. En la mayoría de circunstancias el foco a f/2.8 es más que suficiente para mis necesidades.
Para su uso en el campo normalmente es imprescindible el uso del trípode y por supuesto, junto a esta lente «vintage» podemos hacer uso del resto de accesorios que empleamos en la fotografía de aproximación: flashes, luces continuas, reflectores, filtros, etc.
Todas las imágenes anteriores están tomadas con una cámara de formato completo, con el Pentacon 135mm f/2.8 a su máxima apertura y con un mínimo procesado. Realizadas en Madrid y Segovia.
Javier Lafuente
Buen análisis de este objetivo con unos claros ejemplos de lo que se puede conseguir.
Felicidades por las fotografías y gracias por compartir.
Muchas gracias Javier,
Espero que la entrada os sea útil y sobre todo que disfrutéis de este objetivo. A mí me encanta.
Saludos